Imagino el mejor restaurante del mundo, mesas decoradas fina y meticulosamente, música ambiental, excelentes chefs y por ende esquicitos platillos para degustar, se supone que cualquier comensal con reservación dentro del cupo limitado de los 32 que existen, tiene acceso ya sea al bufet o pedir a la carta, pero cada cuatro años este lujoso y soberbio lugar abre sus puertas. Al preguntar nombres de procedencia comienza lo interesante.
Los hay flacos, gordos, altos, chaparros, morenos, amarillos, blancos, colorados, cada quien muestra sus credenciales, “dime de cual calzas y te diré pa que te alcanza” seria la expresión correcta.
En este festín gastronómico hay un invitado que se le ha negado comer postre, España, siempre llega a pidiendo a la carta y termina despachado en la barra de bufet. Aunque esta vez porta más hambre que ningún otro, el privarse de platillos principales no es una opción, ni siquiera le echarían el ojo a esa posibilidad.
Una generación bien trabajada, sobrada de carácter y de convicción no tendrá problema alguno en devorar los entremeses que serán servidos: platillos chilenos, hondureños y suizos, no les llenara ni una muela mucho menos el estomago vacio de coronas.
Los expertos en comida internacional que están bien fogueados son chaparritos, Andrés Iniesta número 6 que si le pones una corbata parece empleado bancario pero en la cancha es el mejor del mundo en su posición, según Cesar Luis Menotti y su eterno compañero Xavi Hernández quien pareciera tiene 3 cerebros uno en cada pierna y el otro donde esta normalmente.
Definitivamente la selección española de futbol solo tiene 2 sopas: ganar el mundial o ganar el mundial.
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